This story was reported as part of The New York Times Local Investigations Fellowship and is republished here with permission. This article is also available in English.

En un extenso edificio situado en lo alto de una meseta de Nuevo México, los trabajadores laboran sin descanso para cumplir una misión vital: producir las partes centrales de las bombas nucleares estadounidenses.

El esfuerzo supone un desafío excepcional. Los técnicos del Laboratorio Nacional de Los Álamos deben manipular plutonio peligroso para crear los núcleos del tamaño de un pomelo, conocidos como pits en inglés. Lo hacen en un edificio de casi 50 años de antigüedad en proceso de renovación para solucionar problemas de infraestructura obsoleta y averías en los equipos que, en ocasiones, han interrumpido las operaciones o propagado contaminación radiactiva, según descubrió The New York Times.

Ahora, el laboratorio está sometido a una presión cada vez mayor para satisfacer las ambiciones del gobierno federal de modernizar el arsenal nuclear del país. El proyecto, valorado en 1,7 billones de dólares, incluye desde la revitalización de silos de misiles ubicados en lo profundo de cinco estados, hasta la producción de nuevas ojivas que contengan los núcleos, y el armamento de nuevos misiles terrestres, bombarderos y submarinos.

Pero el esfuerzo general de modernización lleva años de retraso, con costos que se disparan por miles de millones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso. En 2018, el Congreso encargó a Los Álamos la fabricación de una cuota anual de 30 núcleos para 2026, pero el año pasado solo había producido uno aprobado para el arsenal nuclear. (Los funcionarios no han revelado si se han fabricado más desde entonces).

Ese ritmo ha puesto al laboratorio —y especialmente al edificio denominado Instalación de Plutonio 4, o PF-4, por su sigla en inglés— bajo la lupa de los funcionarios del gobierno de Donald Trump.

Imagen de satélite de Maxar Technologies vía Google. Credit: Ani Matevosian

En agosto, James Danly, subsecretario del Departamento de Energía, ordenó un estudio sobre el liderazgo y los procedimientos implicados en la producción de núcleos y proyectos relacionados en Los Álamos y el sitio del río Savannah en Aiken, Carolina del Sur. Esa instalación también fue designada para producir núcleos, pero es improbable que comience antes de 2032, según los funcionarios federales.

“Me preocupa cada vez más la capacidad de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear para cumplir sistemáticamente las capacidades de producción de armas nucleares necesarias para apoyar la defensa nacional de Estados Unidos”, escribió Danly al administrador en funciones de la agencia. La NNSA, por su sigla en inglés, una agencia del Departamento de Energía, mantiene el arsenal nuclear y supervisa el proyecto de renovación.

En respuesta a las preguntas formuladas por el Times el mes pasado, una portavoz de la NNSA, del Departamento de Energía y del laboratorio nacional, dijo: “Estamos plenamente comprometidos a reforzar la disuasión nuclear de la nación y a garantizar la seguridad nacional a largo plazo de Estados Unidos. Este compromiso incluye acelerar nuestra producción de núcleos de plutonio” en Los Álamos y completar la instalación de Carolina del Sur, “que son fundamentales para un arsenal nuclear seguro y eficaz”.

Para acelerar la producción, la PF-4 lleva a cabo decenas de proyectos de infraestructura. Pero algunos sistemas importantes en “mal estado” requerirán reparaciones y sustituciones en los próximos 25 años, según decía un informe del Departamento de Energía de 2020.

Lo que complica la renovación no es solo la presencia de materiales radiactivos, cada gramo de los cuales debe seguirse de cerca, sino también la contaminación. Más allá de las estaciones de trabajo de acero selladas, llamadas cajas de guantes, o guanteras, donde los trabajadores manipulan plutonio y otros materiales nucleares, se ha encontrado contaminación en tuberías, salas de laboratorio de desuso, techos, un cubo de escalera, escaleras de mano y suelos de sótanos. Estos hallazgos se han documentado en informes federales y estatales y en registros de inspecciones semanales de la Junta de Seguridad de Instalaciones Nucleares de Defensa, un organismo de control federal. El Times también entrevistó a 30 expertos nucleares y a empleados actuales y antiguos.

La sustitución de las guanteras es lenta, por ejemplo, porque descontaminar y retirar los modelos antiguos puede llevar semanas para cada uno. Desde 2018 se ha informado de quince fugas de agua, incluida una que inundó parte del sótano con 17791 litros de agua y requirió una limpieza exhaustiva. Tres esparcieron partículas radiactivas en espacios cercanos, según señalaron los inspectores de seguridad.

El Laboratorio Nacional de Los Álamos, situado en una meseta aislada de Nuevo México, se remonta a la época del Proyecto Manhattan. Credit: Nina Riggio para The New York Times

Los sistemas de transporte de plutonio —un carro aéreo y un único montacargas— también han sufrido averías, por lo que los trabajadores han tenido que trasladar manualmente el material nuclear, lo que puede aumentar los riesgos para la seguridad. Transportar a mano residuos nucleares por el hueco de una escalera extendió la contaminación y redujo la productividad, según informó un inspector. La solución del ascensor supuso “una carga adicional para el personal”, según un correo electrónico de julio de Timothy Bolen, alto funcionario de producción de armas del laboratorio.

Desde 2018, la plantilla total del laboratorio ha crecido un 50 por ciento, hasta casi 18.000 trabajadores. Unas 1000 personas en la planta manipulan material nuclear o realizan trabajos de construcción. El número de personas que trabajan en el edificio al mismo tiempo se ha más que duplicado, lo que ha provocado congestión en ciertas zonas. Un informe federal calificó el aumento de actividad de “riesgo muy alto”.

Coreografiar el doble trabajo de renovación y producción es complicado. “La mejor analogía que se me ocurre es que revisamos y modernizamos un avión en pleno vuelo con un montón de pasajeros a bordo”, describió una vez el esfuerzo Mark Davis, subdirector de operaciones del laboratorio.

Terry Wallace, antiguo director del laboratorio, lo expresó así en una entrevista reciente: “¿Cómo mantenemos esta parte en funcionamiento mientras mejoramos esta otra y no nos equivocamos? Bueno, ahí todavía hay material de alto riesgo, así que hay que hacerlo con sumo cuidado, con sumo cuidado”.

Estados Unidos creó su arsenal hace décadas, como medida disuasoria contra la guerra nuclear. Al igual que Estados Unidos, China, Rusia, Corea del Norte y otras naciones están mejorando o ampliando sus arsenales en medio de las crecientes tensiones mundiales por las amenazas nucleares. De los nueve países de los que se sabe que disponen de este tipo de armas, Estados Unidos ocupa el segundo lugar, con unas 3700, justo por detrás de las 4300 de Rusia, según estimaciones de investigadores en armamento nuclear.

El esfuerzo de modernización de Estados Unidos comenzó bajo la presidencia de Obama, cuando los senadores republicanos acordaron respaldar un tratado de reducción de armas con Rusia, pero solo si Estados Unidos actualizaba su complejo de armas nucleares. El proyecto se aceleró durante el primer gobierno de Donald Trump, cuando el Congreso presionó para reanudar la producción de núcleos, una capacidad que se eliminó casi por completo tras la Guerra Fría.

Los Álamos se convirtió en una solución provisional porque la planta de Rocky Flats, en Colorado, que había producido núcleos durante décadas, se cerró oficialmente en 1992 por infracciones medioambientales. También se recurrió al emplazamiento del río Savannah para fabricar núcleos, pero la reconversión de sus instalaciones en un centro de producción se ha retrasado repetidamente.

Hasta entonces, todo se reduce a Los Álamos.

“¿Es el mejor lugar para hacerlo?” preguntó Wallace, el antiguo director. “Pues es el único sitio”.

Un control de seguridad en el Laboratorio Nacional de Los Álamos. Credit: Nina Riggio para The New York Times

La fábrica de núcleos

El laboratorio, donde J. Robert Oppenheimer supervisó los esfuerzos para desarrollar las primeras bombas atómicas del mundo, se extiende a lo largo de 103 kilómetros cuadrados en el norte de Nuevo México. Está rodeado por bosques y yacimientos arqueológicos protegidos por el gobierno federal, las ciudades de Los Álamos y White Rock y el Pueblo de San Ildefonso, hogar de una tribu nativa americana.

El laboratorio tiene que protegerse de los peligros dentro y fuera de sus edificios. Gran parte de la propiedad está bloqueada al público. Los cañones se precipitan a ambos lados de la PF-4, o la planta, como la llaman los trabajadores. A su alrededor hay controles de seguridad, guardias armados y vehículos blindados con torretas montadas.

Tres incendios forestales azotaron la zona en las últimas décadas. Uno de ellos, en 2000, quemó 3075 hectáreas propiedad del laboratorio, y dañó o destruyó 100 estructuras. Desde 2020, Nuevo México ha designado el condado de Los Álamos como de alto riesgo de incendios forestales, que el laboratorio afirma mitigar mediante el raleo de árboles y un monitoreo minucioso.

Dado que la región alberga múltiples fallas geológicas, la central y algunos equipos se han reforzado contra los terremotos. Pero la junta de seguridad, que asesora al Congreso y al Departamento de Energía, ha cuestionado repetidamente si el edificio podría contener el plutonio y evitar que pusiera en peligro al público si un terremoto desencadenara un incendio. La instalación no tiene el sistema de ventilación de mayor grado.

Cuando se inauguró la PF-4 en 1978, era un edificio de vanguardia dedicado a la investigación, no a la producción. Su antigüedad es ahora un lastre, según decía un informe del Departamento de Energía. Como única instalación del país para la vigilancia, investigación y fabricación de plutonio, el edificio, advertía el documento, es “un punto de riesgo único de fallo para la mayoría de las misiones relacionadas con el plutonio, tanto de defensa como no relacionadas, en Estados Unidos”.

La PF-4 también realiza tareas especiales que no se hacen en ningún otro lugar. Evalúa las existencias de núcleos de plutonio de Estados Unidos, la mayoría fabricadas en la década de 1980, para garantizar que no se han degradado y que funcionarán según su diseño. Diluye los excedentes de plutonio del país para su eliminación y crea fuentes de energía para los vehículos espaciales de la NASA, para lo cual utiliza una forma de plutonio distinta de la de las armas.

PF-4, el gran edificio con el tejado gris, a la derecha, es conocido como la planta entre los trabajadores y constituye el corazón de la producción de núcleos en Los Álamos. Credit: Nina Riggio para The New York Times

La planta también produjo una pequeña serie de núcleos de plutonio que quedaron inacabados cuando se cerró Rocky Flats. Pero en 2011 un trabajador alineó ocho barras de plutonio una junto a otra para una foto, una configuración que podría haber desencadenado un peligroso pulso de radiación.

Ese incidente provocó un éxodo del laboratorio de expertos en seguridad frustrados, lo que condujo a un cierre de la producción en 2013 que se prolongó hasta 2017. Ese año, Los Álamos fue el único centro nuclear que recibió una calificación reprobatoria en un informe del Departamento de Energía. Desde que se reanudaron las operaciones con plutonio, el historial de seguridad del laboratorio ahora es “bueno”.

Cuando el Congreso designó Los Álamos como centro de producción de núcleos de plutonio en 2018, la planta se convirtió en el eje de un complejo nuclear en expansión. El Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, en California, diseñó los núcleos y la nueva cabeza nuclear W87-1, la primera en décadas. En una planta de Kansas City, Misuri, se fabrican algunos componentes de la ojiva, destinada a armar misiles balísticos intercontinentales Sentinel, producidos por Northrop Grumman.

Como Estados Unidos dejó de fabricar plutonio nuevo en 1992, ahora los trabajadores recuperan el metal de los núcleos de las armas retiradas, que se encuentran en la planta de Pantex, cerca de Amarillo, Texas.

Tras eliminar las impurezas en la PF-4, el material se combina con otro metal para crear una aleación. Los trabajadores calientan y funden la aleación para crear mitades de esferas huecas, o semiesferas, que sueldan y alisan. Si los explosivos de una ojiva comprimieran uniformemente el núcleo, se produciría una explosión nuclear.

Perfeccionar el proceso de fabricación de núcleos para un nuevo diseño ha llevado años de pruebas y desarrollo, dijo el director del laboratorio, Thomas Mason, en una reunión municipal en enero. Hay una “rigurosa garantía de calidad para asegurarnos de que los núcleos que producimos satisfacen las necesidades”, dijo.

El año pasado, la NNSA calificó de “excelentes” los esfuerzos de producción del laboratorio, y Los Álamos afirma que cumplirá su cuota anual de 30 núcleos en 2028.

Los viajeros conducen al trabajo en Los Álamos, Nuevo México. Credit: Nina Riggio para The New York Times

Una serie de averías

En la planta, los trabajadores llevan ropa y equipos de protección. Los monitores detectan la radiación, y todas las personas que están dentro del edificio deben llevar una tarjeta que registra la exposición externa acumulada. Al salir de la planta, los empleados pasan por escáneres de cuerpo entero para comprobar si hay partículas radioactivas.

Aunque el Departamento de Energía facilita cada año informes de todos los trabajadores expuestos en Los Álamos, no desglosa cuántos estuvieron en la planta. Cuando el plutonio entra en el cuerpo mediante inhalación, una herida abierta o ingestión, puede circular durante décadas y potencialmente causar cáncer y otras enfermedades. Desde 2018, al menos ocho trabajadores de la planta, siete de los cuales manipulaban plutonio de fuente de calor para la NASA, tenían casos confirmados de ingesta corporal, según los informes de seguridad.

Las actividades de renovación también han propagado la contaminación en el edificio al menos una decena de veces en los últimos años, incluidos los trabajos en una tubería de residuos industriales en agosto del año pasado, cuando se encontraron partículas radiactivas en el equipo de un instalador de tuberías, en el suelo cercano y en los andamios. Este agosto, algunos trabajadores esparcieron altos niveles de contaminación en el sótano, donde se habían depositado indebidamente bolsas con equipo radiactivo que estaban goteando aceite.

Aunque el gobierno federal es el propietario del laboratorio, un contratista privado, Triad National Security, dirigido por Battelle, una organización científica sin fines de lucro que dirige otros siete laboratorios nacionales, gestiona Los Álamos en colaboración con la Universidad de California y la Universidad de Texas A&M desde 2018.

Entre sus mayores proyectos se encuentra la retirada de unas 90 cajas de guantes viejas y la instalación de nuevas versiones fortificadas contra terremotos. El esfuerzo no estará terminado hasta la década de 2030, según dijo un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del gobierno en 2023. Las cámaras de acero inoxidable pueden pesar hasta cuatro toneladas y están conectadas a otras cajas y a sistemas de suministro y residuos. Antes de retirar las cajas, los trabajadores las limpian con descontaminantes, las encierran en carpas y las cortan para su eliminación.

Las fugas o derrames de agua cerca de materiales nucleares también pueden plantear peligros, pues extienden la contaminación o, en casos raros, desencadenan un estallido nocivo de radiación.

Robert Webster, subdirector de armas del laboratorio, delante de una guantera durante una visita de los medios de comunicación a la PF-4 en 2023. Credit: Laboratorio Nacional de Los Álamos

En marzo del año pasado, el agua de una ducha de descontaminación desbordada esparció partículas radiactivas en las habitaciones adyacentes y en el sótano. En julio de 2021, 757 litros de agua fluyeron a través del sistema de ventilación hacia una caja de guantes inactiva, luego se derramaron por los pisos y finalmente en el sótano, dispersando contaminantes.

La fuga de julio fue uno de los cuatro incidentes de seguridad que llevaron a la NNSA a retener 1,5 millones de dólares del contrato de Triad en 2021 debido a “una importante falta de atención o descuido”, dijo la agencia. Triad “se enfoca en los errores humanos” de forma habitual, añadió la agencia, “en lugar de en las condiciones que hacen que esos errores sean más probables”.

El sistema de carros de la planta, que los inspectores describen como una “pieza crítica de la infraestructura”, se ha averiado al menos tres veces desde 2018. El sistema consiste en cubetas que se desplazan por lo alto en una cuerda mecanizada a través de un canal metálico, y transporta plutonio y otros materiales y residuos por la planta.

En ocasiones, los cubos se han volcado, derramando su contenido dentro del canal. También se ha roto el cable sobre el que viajan. Hubo interrupciones de un mes de duración en junio de 2020 y mayo de 2024, y para mantener en marcha la producción de los núcleos, los trabajadores tuvieron que embolsar manualmente el material nuclear. Este año las cubetas fueron rediseñadas y se han actualizado algunos componentes eléctricos.

El sistema de ventilación también ha sido detenido en ocasiones debido a piezas obsoletas, según informes federales. En 2022, la junta de seguridad dijo que las detenciones y reparaciones causaban graves interrupciones del trabajo. Aunque la junta de seguridad ha recomendado realizar mejoras significativas en el sistema de ventilación, en su lugar, la NNSA ha optado por actualizaciones más limitadas, alegando los costos para los contribuyentes y otras prioridades.

En los próximos meses, no está claro a cuánto escrutinio de seguridad externo se enfrentarán Triad y otros contratistas del laboratorio. La Junta de Seguridad de las Instalaciones Nucleares de Defensa, bipartidista y a cargo de supervisar a los inspectores in situ de Los Álamos y otras cinco instalaciones, cuenta ahora con un solo miembro en lugar de los cinco necesarios.

Mientras tanto, los responsables del laboratorio han señalado que pretenden aumentar la productividad de la planta. “No puede estar parada por ningún motivo”, dijo el año pasado John Benner, entonces director de producción de armas.

En un correo electrónico enviado al Times, un portavoz de la junta de seguridad escribió que estaba teniendo en cuenta el “aumento del ritmo de las operaciones” en su “sólida supervisión de la seguridad”. Pero si no se restablece el quórum, la junta “no podrá elevar sus preocupaciones de seguridad” al Departamento de Energía de “forma vinculante”, dijo. Sigue siendo incierto si el gobierno de Trump nombrará nuevos miembros.

Chris Wright, secretario de Energía, ha prometido acelerar la producción de fosas nucleares. Credit: Eric Lee/The New York Times

La nueva política de riesgo

Poco después de regresar a la Casa Blanca este año, el presidente Trump dijo que no había motivo para construir nuevas armas nucleares, y añadió que los países estaban gastando “mucho dinero” en ellas que podría emplearse en algo mejor. Cuando se dirigió a las Naciones Unidas en septiembre, habló de la necesidad de dejar de desarrollarlas. “Si llegamos a utilizarlas”, continuó, “el mundo podría literalmente llegar a su fin”.

Ese mismo mes, ante una reunión de líderes militares, se jactó de que Estados Unidos tenía armas nucleares “más nuevas” y “mejores” que otras naciones, lo cual es un poco prematuro, ya que ninguna de las armas estadounidenses de nueva generación está aún en condiciones de operar. Rusia nunca perdió su capacidad de producir núcleos de plutonio, y se calcula que China ha duplicado su arsenal desde 2020.

El aumento de la beligerancia nuclear ha hecho saltar las alarmas entre expertos en control de armamento, científicos y destacadas figuras mundiales, incluido el secretario general de la ONU, António Guterres.

La incertidumbre que rodea al Nuevo Tratado START, el último acuerdo de control de armamento que queda entre Estados Unidos y Rusia, aumenta su preocupación. Trump y el presidente ruso Vladimir Putin han expresado recientemente su interés en prorrogarlo un año más, después de que expire en febrero de 2026, pero eso no vincularía a ningún otro país.

Mientras tanto, el gobierno de Trump sigue adelante con la modernización.

“Hemos construido uno en los últimos 25 años”, dijo el secretario de Energía, Chris Wright, sobre los esfuerzos de construcción de núcleos en una entrevista con Fox News en marzo, “y construiremos más de 100 durante el gobierno de Trump”.

Cuando Danly, el vicesecretario, anunció la investigación sobre la producción de los núcleos en Los Álamos y Savannah River, fijó un plazo de 120 días para sus resultados, previstos para principios de diciembre.

“Retrasar el restablecimiento de esta capacidad podría suponer un aumento significativo de los costos y los riesgos para la seguridad nacional”, escribió.

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Alicia Inez Guzmán reports for Searchlight New Mexico, focusing on nuclear issues and the impacts of the nuclear industry. Raised in the northern New Mexican village of Truchas, Alicia has written about histories of place, identity and land use in New Mexico. The former senior editor of New Mexico Magazine, she holds a Ph.D. in Visual and Cultural Studies from the University of Rochester in New York.