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Una mañana de febrero, el estudio de Radio Campesina en Phoenix, Arizona, se siente frenético: los DJs ceden sus asientos a los invitados, intercambiando chistes al son del alegre acordeón de una canción norteña. Pero a las 10:18 a.m., un productor pide silencio. Se encienden los micrófonos y Osvaldo Franko comienza el show: “¡Vámonos, de costa a costa y de frontera a frontera!”
La voz de Franko llega a unas 750.000 personas, muchos de ellos trabajadores latinos, desde porteros en Las Vegas hasta trabajadores agrícolas en el Valle Central de California. Cada mañana entre semana, durante más de 25 años, los oyentes hispanohablantes del oeste de los Estados Unidos han sintonizado Punto de Vista para conversaciones previamente seleccionadas pero informales que van desde la política nacional hasta el amor.
El segmento de hoy, sin embargo, es algo nuevo: “Conoce Tus Derechos”. Radio Campesina lanzó el programa semanal poco después de las elecciones, cuando la promesa de campaña del presidente Donald Trump de iniciar deportaciones masivas se hizo realidad.
Recientemente, abogados y activistas se han unido a Franko para compartir consejos sobre cómo interactuar con agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Los invitados de hoy están aquí para una sombría continuación: cómo asegurarse de que su familia y sus pertenencias sigan bien cuidadas después de que sea detenido.
“¿Tú sabías que si tienes que dejar a alguien que cuide tu casa, le tienes que dejar ciertos documentos específicos para que pueda tomar decisiones?” pregunta Franko.

Su primera invitada es Juliana Manzanarez, abogada de inmigración. A instancias de Franko, ella enumera los documentos que un oyente indocumentado debería compilar: Un poder notarial que autorice a alguien a llevar a sus hijos al médico. Otro para acceder a sus cuentas bancarias. Uno para el título de propiedad de su casa, y uno general que podría usar para vender su auto.
Franko, de 45 años, tiene una melena corta de pelo entrecano, gafas cuadradas y la tranquilidad disciplinada de alguien que corre varios kilómetros antes del trabajo. Es de la Ciudad de México, donde desarrolló una personalidad radiofónica coloquial y asertiva (y reemplazó la “c” de “Franco” por una “k”). Con dos años como presentador de Punto de Vista, tiene experiencia respondiendo a las preguntas que llegan por Facebook y WhatsApp. Algunas son generales: ¿Qué hago con esos documentos? ¿Cuánto tiempo tengo después de ser detenido antes de ser deportado? Otras son más específicas: Si yo estoy casada con un ciudadano pero aún no tengo trámite migratorio y me llegan a parar, ¿qué hago ahí? En un mensaje de voz, un hombre pregunta: “Franko, ¿un permiso de trabajo me puede amparar?”
Las respuestas de Manzanarez y dos organizadores comunitarios sentados a su lado son amables pero directas. Haz varias copias de esos documentos y entrégaselas a las personas que dejas a cargo. El plazo después de tu detención depende de tus antecedentes y de tu país de origen. Si te detienen, guarda silencio. Un permiso de trabajo por sí solo no te protegerá de la deportación.
“Les mandan saludos desde Tempe y les dicen que Dios los cuide y los bendiga”, dice Franko a los invitados, leyendo desde su teléfono. Dirigiéndose al público, parafrasea a Cesar Chavez: “La lucha no termina hasta que dejamos de luchar”.
“No es la primera vez que estamos en estos momentos”, añade.
El comentario probablemente resuene entre los oyentes del condado de Maricopa, donde el notorio ex sheriff Joe Arpaio atacó a los latinos durante décadas. Pero también aplica para la propia estación de radio. Chavez y la Unión de Campesinos (UFW) fundaron Radio Campesina en 1983 con la esperanza de conectar y educar a los trabajadores migrantes que se enfrentan a abusos. Y La Campesina no está sola en ese esfuerzo: durante casi un siglo, en estaciones grandes y pequeñas, la radio en español ha demostrado ser una herramienta poderosa para defender a las comunidades inmigrantes de todo el oeste.
“La lucha no termina hasta que dejamos de luchar.”
DURANTE LA GRAN Depresión, mientras los estadounidenses buscaban un chivo expiatorio para sus problemas económicos, más de un millón de personas de ascendencia mexicana —la mayoría ciudadanos estadounidenses— se vieron obligadas a abandonar a los EE.UU. para ir a México. En Los Ángeles, un veterano de la Revolución Mexicana salió a las ondas para protestar. De 4 a 6 de la mañana, Pedro González y su banda, Los Madrugadores, dieron serenata a los oyentes de KMPC que se dirigían a las fábricas y los campos con una combinación de corridos y comentarios políticos. El programa fue tan popular que las autoridades intentaron revocar la licencia de transmisión de González y finalmente lo enviaron a prisión por cargos falsos antes de deportarlo. Sin embargo, la frontera constituía una barrera sonora deficiente: González rápidamente volvió al aire en Tijuana.
En la década de los setentas, con la llegada de la radiodifusión pública, los organizadores chicanos pudieron fundar sus propias estaciones de radio en español. Las primeras estaciones surgieron en comunidades agrícolas: KBBF en Santa Rosa, California, y KDNA en Granger, Washington. Como escribió la historiadora Mónica De La Torre en un estudio reciente sobre KDNA (pronunciada “cadena”), la radio era un medio excepcionalmente eficaz para llegar a los trabajadores agrícolas: barata de producir, de acceso gratuito y sin necesidad de leer. Los trabajadores podían escuchar radios portátiles mientras recogían uvas y manzanas Red Delicious.
Más allá del entretenimiento y del sentido de comunidad, las estaciones ofrecían un foro seguro y anónimo para los oyentes que tenían preguntas sobre cómo navegar el sistema migratorio. También compartían noticias urgentes en tiempo real. Cuando las redadas de inmigración azotaron el Valle de Yakima en Washington en la década de los ochentas, KDNA designó a personas como vigilantes y creó un sistema de alerta secreto. “Utilizaban una canción que se llamaba ‘La Cosecha de Mujeres.’ Cuando esa canción salía al aire, la comunidad campesina ya sabía que había acción en aquel entonces de la migra” dijo a HCN Francisco Ríos, director de noticias de la estación.
Cesar Chavez visitó KDNA en 1980. Dolores Inés Casillas, investigadora de radio en la Universidad de California, Santa Barbara, escribe que él se quedó particularmente impresionado con las iniciativas de contravigilancia de la estación. Poco después, Chavez invitó a uno de los productores de KDNA a ayudar a fundar una nueva estación en California: KUFW, la estación insignia de Radio Campesina. (Cuatro décadas después, KDNA aún transmite desde una pequeña estación comunitaria en Granger; Radio Campesina ahora opera una red de varias estaciones comerciales en todo el país).

Por supuesto, no todos estaban de acuerdo con las alertas de la migra. Según De La Torre, agentes del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) se quejaron de que los presentadores facilitaban actividades ilegales. Pero las transmisiones no se grababan y su carácter fugaz dificultaba la investigación. Además, incluso si los reguladores las sintonizaban, pocos empleados de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) hablaban español.
Hoy en día, no es tan fácil pasar desapercibido. Las transmisiones de radio son menos efímeras; muchas estaciones como Radio Campesina publican programas en redes sociales. Y la administración Trump está trabajando agresivamente para suprimir los reportajes en vivo sobre inmigración: en febrero, el recién nombrado jefe de la FCC, Brendan Carr, anunció que la agencia estaba abriendo una investigación sobre la estación de California KCBS por su cobertura de las redadas en San José.
Los expertos en la Primera Enmienda de la Constitución coinciden ampliamente en que las operaciones policiales son un asunto de interés público. Aun así, KDNA y Radio Campesina están adoptando un enfoque cauteloso: en lugar de transmitir alertas ellos mismos, el personal de ambas estaciones dijo que está compartiendo información sobre grupos de base locales que ofrecen advertencias en tiempo real y apoyo legal.
Pero en Phoenix, Radio Campesina sigue desarrollando la otra estrategia que inspiró a Chavez en Washington. Cuando el personal escucha rumores de una redada, el equipo de divulgación de la empresa se desplaza para verificarlos de forma independiente. Rubén Pulido, miembro de ese equipo, dijo a principios de febrero que la gran mayoría de los informes recibidos hasta el momento habían sido falsos. “Lo más importante es saber si realmente está sucediendo, para no alarmar a la gente” le dijo a HCN.
María Barquín, directora de programas de la cadena, dijo que este tipo de trabajo es fundamental para la misión de La Campesina: “Como vamos a asegurarnos de que la gente entienda su valor, que la gente entienda que unidos somos más, que hay luz al final del túnel”.

Mientras los inmigrantes del oeste se preparan para una era política oscura, Barquin espera que recurran tanto a las tecnologías como a los activistas de una generación anterior. En su oficina, señaló hacia una caja de tarjetas rojas de “conoce tus derechos”, justo debajo de un póster grande de Chavez. “Hay buenas tácticas que se deben aprender del pasado, y creo que esa es la oportunidad”, dijo.
PUNTO DE VISTA termina antes de las 11 a.m., pero desde la inauguración, Osvaldo Franko ha estado recibiendo mensajes de oyentes preocupados durante todo el día. El miércoles que Manzanarez se unió a su programa, él había organizado un evento nocturno para quienes intentaban reunir toda la documentación que ella había recomendado. El lugar era un edificio de oficinas en el centro, donde Franko transmite un proyecto paralelo: una estación de internet llamada Frekuencia Alterna.
Para las 7 p.m., los estudios de la estación se habían transformado en una clínica legal improvisada con el equipo de sonido retraído para acomodar una mesa llena de formularios de poderes notariales. Franko y una mujer sonriente, presentadora de un programa de pop de los 80s, organizaban los documentos en carpetas. Tuvieron que imprimir más y más: Decenas de personas hacían fila para hablar con una abogada en la sala de descanso.
Adriana Cota, una mujer rubia con botas con estampado de leopardo, ayudó a distribuir las carpetas. Cota es preparadora de documentos legales y esposa de Franko. (Se conocieron cuando Franko la invitó a su programa de radio). En el pasillo, la detuvo una joven embarazada con un vestido rosa. Sofía (su seudónimo) le dijo a Cota que pronto nacería su bebé y que tenía un niño pequeño en casa. Había llegado a Arizona desde México hace tres años.
“Estoy con miedo de que me lleguen a agarrar”, dijo Sofia. Quería saber si podía autorizar a su sobrino de 18 años, el único adulto de la familia con ciudadanía estadounidense, a hacerse cargo de sus hijos si la deportaban. Cota le aseguró que sí.
Sofía estaba acompañada por su hermana mayor, Elena (también su seudónimo). Su hijo era el de 18 años y, según ella, también estaba asustado. A principios de esa semana, había ido a la tienda pero salió sin comprar nada cuando vio a quienes parecían ser agentes de inmigración.
“Yo no tenía ni idea de que habían estos lugares que te dan asesoría.”
“Qué responsabilidad siente un niño” dijo Cota en voz baja, “de, híjole, si me voy, se van a agarrar a mis papás”.
“Hay que hacer lo posible de dejarlos con alguien y pues estar preparados. Como ahorita, con el paquete”, dijo Elena, levantando su carpeta. Ella le dijo a Cota que incluso esa pequeña pila de documentos le trajo cierto consuelo: “No teníamos ni idea qué hacer”.
“Yo no tenía ni idea de que habían estos lugares que te dan asesoría”, añadió Sofia.
Cota les explicó que Franko, de pie en la esquina, había organizado el evento, y es quien presenta Punto de Vista. Elena parecía sorprendida e impresionada. “Mi esposo escucha mucho allí La Campesina”, dijo.
“¿Cómo se llama tu esposo?” Franko le preguntó. Si Elena tenía un mensaje para él, dijo, lo compartiría al aire al día siguiente.
Elena pensó por un segundo. “Dile que lo amo”, dijo.
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